Me habían avisado de que el avión que traería a mi prima arribaba a las 8 de la mañana en el aeropuerto internacional situado en Orlando. Sin embargo, ese horario se me pasó y no escuché mi despertador cuando sonó, por lo que me quedé dormida. Cuando abrí los ojos tan solo faltaban quince minutos para que fuesen las ocho. No llegaría a tiempo para ir a recogerla. Por lo menos deseaba que el avión tuviese un poco de retraso, así ella no tendría que esperar tanto sola.

Me vestí lo más rápido que pude y salí corriendo de la casa. Ya desayunaría luego, cuando volviese con ella. No me preocupé por despertar a mi hermano, ya que ni sabía si él se encontraba en casa o no.

Ocho y diez llegué al aeropuerto y miré hacia todos lados, intentando localizar a mi prima. La vi sentada tranquila en unos bancos que se encontraban apartados, aunque mucha gente pasaba por delante de ella. Fui esquivándolos a todos y me acerqué a ella. Le di un abrazo efusivo cuando ya estuve junto a ella.

-Bienvenida, perdón por hacerte esperar, Kimita- le dije sonriendole y dándole un beso en cada mejilla-. ¿Cómo ha estado el viaje?

Evité reírme cuando me miró extrañada como si no me conociese. Sin embargo, cambió la expresión de su rostro cuando pareció reconocerme. Mantuve mi sonrisa todo el tiempo mientras veía como había crecido. Ese pensamiento me hizo sonreír de lado, si lo hubiese dicho seguramente hubiera sonado como una vieja, cosa que yo no era... por lo menos todavía no.

Rodé los ojos por lo de que no había esperado mucho. Para que no me sienta mal, me dije interiormente. Había tardado como mínimo media hora, ¿cómo es que no podría haber esperado mucho? Le sonreí.

-El tranquilo debo de asociarlo al “dormí mucho”, ¿no?- me reí y recibí su alegre abrazo que resultó ser un salto de ella que hizo que yo me tambalease y terminase en el suelo-. Siempre con tan cálidos saludos…- murmuré de tal forma que ella no pudiese entenderme y me la quité de encima para poder ponerme de pie.

Me limpié la ropa poniéndome en pie y ni me gasté en ayudar a mi prima a pararse, ya que ella ya se había levantado sin ningún problema… bueno, había usado el banco en el que antes estaba sentada como apoyo. Como si fuese tan vieja… ¡pero si era hasta más joven que yo y necesitaba ayuda!

-Cuando quieras- le respondí y la ayudé con sus maletas, aunque no me lo haya pedido. No hacia falta. Eran muchas como para que una sola persona las pudiese cargar sola. ¿Acaso pensó en traerse todo el armario para Orlando? En eso se parecía a mi… nunca dejaba nada olvidado por ahí.

Nos fuimos rápidamente del aeropuerto. Estaba pensando en que quizá la tranquilidad que había en la casa ya se estaba acabando a cada segundo que pasaba y que no iba a ser lo mismo que antes… ya que ahora tendríamos a mi prima. Y también me preguntaba como sería ahora y si había cambiado mucho de cómo era antes de que nos fuéramos de Verona.

-¿Qué es lo que quieres hacer ahora? ¿Ir a comer a algún lado, a casa, a dar una vuelta o lo que sea? Elijes tú, hoy podemos hacer lo que quieras- aunque luego me arrepienta de ello, completé en mi interior.